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martes, 5 de marzo de 2019

En 2019, los ciberataques ocurren con una rapidez sin precedentes: en sólo segundos, logran cifrar o vulnerar una computadora. Los equipos de seguridad no dan a basto y luchan por reaccionar de manera rápida. Sin embargo, así como los atacantes aprendieron a moverse con sorprendente agilidad, la Inteligencia Artificial (IA) se convirtió en un aliado fundamental para combatirlos: la tecnología de respuesta autónoma detiene las amenazas en tiempo real y con mayor eficacia que cualquier ser humano.
La rapidez con la que la IA puede reaccionar astutamente ante las nuevas amenazas ha cambiado las reglas del juego. Esencialmente, lo que hace la IA es ganar tiempo para que los equipos de seguridad puedan neutralizar un ataque, cuyo efecto debilitante aumenta con cada segundo que pasa.
A medida que nos adentremos a una era de guerra informática, la respuesta autónoma será imprescindible para anticiparse a una crisis antes de que llegue a los titulares de los periódicos. La amenaza silenciosa que acecha desde adentro también representa un gran desafío. Los empleados, en especial, aquellos que tienen acceso privilegiado, pueden causar enormes daños a una organización. Desde un administrador de sistemas que desea usar la infraestructura empresarial para minar criptomonedas hasta el empleado inocente que descarga, sin saberlo, malware desde un correo electrónico fraudulento; la amenaza interna es realmente difícil de detectar.
Hoy en día los atacantes también cuentan con la ventaja de tener toda la infraestructura digital a su disposición. Las redes ya no tienen límites claramente definidos. Los nuevos modelos informáticos en la nube, la explosión de la Internet de las Cosas (IoT) y la convergencia de las redes de tecnología informática (TI) y operativa (OT) difuminan los límites y presentan nuevos puntos ciegos de seguridad, por lo que se hace imposible asegurar cada punto de entrada.
Los equipos de seguridad recurren a la IA porque es capaz de detectar y reaccionar ante las amenazas donde sea que aparezcan. La Inteligencia Artificial, descubre y responde de forma autónoma a amenazas nunca vistas que han penetrado el perímetro y han ingresado a los sistemas de la organización. Esta tecnología, inspirada en el sistema inmune humano, aprende el “patrón de vida” de cada usuario y dispositivo. A partir de ése aprendizaje de lo que es normal y esperable, identifica las desviaciones que indican la presencia de una amenaza. En segundos, ejecuta una respuesta autónoma y dirigida para neutralizar una amenaza emergente antes de que sea demasiado tarde. A medida que ingresamos en una nueva era de batallas cibernéticas, tanto los atacantes como los equipos que deben defenderse están en pie de guerra.
Por primera vez, al adoptar la Inteligencia Artificial cibernética, las organizaciones vuelven a tomar la delantera frente al adversario de hoy en día, y está ganando.
Fuente: Computer World
En 2019, los ciberataques ocurren con una rapidez sin precedentes: en sólo segundos, logran cifrar o vulnerar una computadora. Los equipos de seguridad no dan a basto y luchan por reaccionar de manera rápida. Sin embargo, así como los atacantes aprendieron a moverse con sorprendente agilidad, la Inteligencia Artificial (IA) se convirtió en un aliado fundamental para combatirlos: la tecnología de respuesta autónoma detiene las amenazas en tiempo real y con mayor eficacia que cualquier ser humano.
La rapidez con la que la IA puede reaccionar astutamente ante las nuevas amenazas ha cambiado las reglas del juego. Esencialmente, lo que hace la IA es ganar tiempo para que los equipos de seguridad puedan neutralizar un ataque, cuyo efecto debilitante aumenta con cada segundo que pasa.
A medida que nos adentremos a una era de guerra informática, la respuesta autónoma será imprescindible para anticiparse a una crisis antes de que llegue a los titulares de los periódicos. La amenaza silenciosa que acecha desde adentro también representa un gran desafío. Los empleados, en especial, aquellos que tienen acceso privilegiado, pueden causar enormes daños a una organización. Desde un administrador de sistemas que desea usar la infraestructura empresarial para minar criptomonedas hasta el empleado inocente que descarga, sin saberlo, malware desde un correo electrónico fraudulento; la amenaza interna es realmente difícil de detectar.
Hoy en día los atacantes también cuentan con la ventaja de tener toda la infraestructura digital a su disposición. Las redes ya no tienen límites claramente definidos. Los nuevos modelos informáticos en la nube, la explosión de la Internet de las Cosas (IoT) y la convergencia de las redes de tecnología informática (TI) y operativa (OT) difuminan los límites y presentan nuevos puntos ciegos de seguridad, por lo que se hace imposible asegurar cada punto de entrada.
Los equipos de seguridad recurren a la IA porque es capaz de detectar y reaccionar ante las amenazas donde sea que aparezcan. La Inteligencia Artificial, descubre y responde de forma autónoma a amenazas nunca vistas que han penetrado el perímetro y han ingresado a los sistemas de la organización. Esta tecnología, inspirada en el sistema inmune humano, aprende el “patrón de vida” de cada usuario y dispositivo. A partir de ése aprendizaje de lo que es normal y esperable, identifica las desviaciones que indican la presencia de una amenaza. En segundos, ejecuta una respuesta autónoma y dirigida para neutralizar una amenaza emergente antes de que sea demasiado tarde. A medida que ingresamos en una nueva era de batallas cibernéticas, tanto los atacantes como los equipos que deben defenderse están en pie de guerra.
Por primera vez, al adoptar la Inteligencia Artificial cibernética, las organizaciones vuelven a tomar la delantera frente al adversario de hoy en día, y están ganando.
Fuente: Computer World
En 2019, los ciberataques ocurren con una rapidez sin precedentes: en sólo segundos, logran cifrar o vulnerar una computadora. Los equipos de seguridad no dan a basto y luchan por reaccionar de manera rápida. Sin embargo, así como los atacantes aprendieron a moverse con sorprendente agilidad, la Inteligencia Artificial (IA) se convirtió en un aliado fundamental para combatirlos: la tecnología de respuesta autónoma detiene las amenazas en tiempo real y con mayor eficacia que cualquier ser humano.
La rapidez con la que la IA puede reaccionar astutamente ante las nuevas amenazas ha cambiado las reglas del juego. Esencialmente, lo que hace la IA es ganar tiempo para que los equipos de seguridad puedan neutralizar un ataque, cuyo efecto debilitante aumenta con cada segundo que pasa.
A medida que nos adentremos a una era de guerra informática, la respuesta autónoma será imprescindible para anticiparse a una crisis antes de que llegue a los titulares de los periódicos. La amenaza silenciosa que acecha desde adentro también representa un gran desafío. Los empleados, en especial, aquellos que tienen acceso privilegiado, pueden causar enormes daños a una organización. Desde un administrador de sistemas que desea usar la infraestructura empresarial para minar criptomonedas hasta el empleado inocente que descarga, sin saberlo, malware desde un correo electrónico fraudulento; la amenaza interna es realmente difícil de detectar.
Hoy en día los atacantes también cuentan con la ventaja de tener toda la infraestructura digital a su disposición. Las redes ya no tienen límites claramente definidos. Los nuevos modelos informáticos en la nube, la explosión de la Internet de las Cosas (IoT) y la convergencia de las redes de tecnología informática (TI) y operativa (OT) difuminan los límites y presentan nuevos puntos ciegos de seguridad, por lo que se hace imposible asegurar cada punto de entrada.
Los equipos de seguridad recurren a la IA porque es capaz de detectar y reaccionar ante las amenazas donde sea que aparezcan. La Inteligencia Artificial, descubre y responde de forma autónoma a amenazas nunca vistas que han penetrado el perímetro y han ingresado a los sistemas de la organización. Esta tecnología, inspirada en el sistema inmune humano, aprende el “patrón de vida” de cada usuario y dispositivo. A partir de ése aprendizaje de lo que es normal y esperable, identifica las desviaciones que indican la presencia de una amenaza. En segundos, ejecuta una respuesta autónoma y dirigida para neutralizar una amenaza emergente antes de que sea demasiado tarde. A medida que ingresamos en una nueva era de batallas cibernéticas, tanto los atacantes como los equipos que deben defenderse están en pie de guerra.
Por primera vez, al adoptar la Inteligencia Artificial cibernética, las organizaciones vuelven a tomar la delantera frente al adversario de hoy en día, y están ganando.
Fuente: Computer World